La Iglesia de Santa María del Castillo se levantó sobre los restos de una antigua fortaleza.

Su torre, con ventanas de herradura apuntada y alfiz en el primer cuerpo y el campanario en el tercero, sobresale airosa en la cabecera de la iglesia, al lado de la Epístola.

Al primitivo templo mudéjar pertenece la portada meridional, concebida con triple arquivolta de herradura, jambas lisas y alfiz.

La portada de los pies es del siglo XVI.

La iglesia se distribuye en tres naves, desiguales en anchura y altura, que se cubren con armaduras renovadas, de par y nudillo, la central, y de colgadizo las laterales, y que rematan en testeros planos.

Tras la capilla mayor se edificó en época barroca una amplia sacristía de planta rectangular y se adosaron al presbiterio otras dos capillas: la de la derecha está dedicada a la Virgen del Carmen y es hoy el centro parroquial; la de la izquierda, fundada en el siglo XVI por Diego Flores, canónigo de Sevilla, está dedicada a San Zoilo.

En ella se conserva un sepulcro de un caballero no identificado con el casco a los pies y la espada entre las manos, colocado sobre una mesa con frontal de cerámica en que hay una inscripción en latín: Niculosus me fecit 1526 ano de….

En el siglo XVII se añadieron dos capillas más: una es el baptisterio, que se cubre con cúpula de media naranja sobre pechinas; la otra alberga un interesante retablo barroco con las imágenes de la Inmaculada, santos penitentes y Santa Teresa.

El magnífico retablo mayor, obra del siglo XVI, de tres cuerpos y cinco calles, con trazas de Juan Rodríguez y pintura de Diego y Gabriel Rosales, está dedicado a la vida de la Virgen.

De gran interés es también el retablo de la Dolorosa en la que se halla, sobre la imagen principal, una talla de la Virgen Niña con sus padres, San Joaquín y Santa Ana, del siglo XVI.