Rebasada la Plaza de las Burgas, continuaremos nuestro caminar por la Calle del Moral - cuyo nombre nos recuerda la importancia que tuvo en Candeleda el cultivo de la morera y de los gusanos de seda siglos atrás- acompañados por el murmullo del arroyo y la vistosidad y el aroma de los rosales trepadores y de otras especies florales plantadas en los umbrales de las casas o colgadas de las fachadas para engalanar los balcones y solanas de las mismas.
En determinadas épocas del año y con motivo de las Ferias, de las Fiestas y de otros acontecimientos festivos, como la Ronda de Boda, esta calle y otras del casco viejo de Candeleda se llenan de grupos de candeledanos y candeledanas que con guitarras, bandurrias y laúdes cantan y bailan jotas y rondeñas, sones que forman parte del rico patrimonio folclórico candeledano.
En la Calle del Moral, podremos contemplar un conjunto de Casas Entramadas – construcción tradicional del Valle del Tietar y de la Comarca de la Vera - de los S. XVI y XVII, en cuyas fachadas se encuentran las tradicionales solanas retranqueadas ovaladas que en tiempos pasados fueron utilizadas como secadero de higos, castañas y otras especies frutales típicas de Candeleda, y que cuentan con una especial protección dada su singularidad y estado de conservación.
Las casas entramadas fueron en su día una verdadera unidad de producción que posibilitaba a los que en ellas vivían de los espacios y recursos necesarios para sus tareas agrícolas, ganaderas y comerciales, pues las mismas albergaban en su parte más baja la cuadra para el burro o caballería, la sajurda para los cerdos, el corral para las gallinas y la bodega en la que guardar el vino, el aceite y los quesos. Este conjunto fue rehabilitado recientemente, pero sigue conservando las mismas características arquitectónicas de antaño.