Conocida en el pueblo como ermita de los Judíos, es el único testimonio que tenemos de la presencia judía en Burgohondo. Hoy en día es la Oficina de Turismo.
La puerta que hoy aparece tapiada, hacia poniente, sería la primitiva entrada al recinto sagrado, y el que luego sirviera como altar a la ermita cristiana. La ausencia de atrio y de otros edificios anejos como la casa del Midrás o del estudio de la ley, nos indica la probable humildad de la judería de Burgohondo.
Cuando las Cortes de Toledo en 1480 decretaron la obligación que los judíos habitaran en una serie de calles agrupadas, en lo que se ha dado en llamar la Ley de juderías separadas, pudieron haber provocado el surgimiento de una aljama en Burgohondo. Hasta ese momento, la tolerancia de la que disfrutaban hace que los datos sobre sus actividades sean difíciles de especificar, si bien cabe suponer que se dedicasen a parecidos menesteres que el resto de la población, fundamentalmente agricultura y ganadería. Cabe la posibilidad de que se vieran obligados a pagar los impuestos que les gravaban a la Abadía, en atención al peculiar señorío monástico bajo el que se encontraban, y que fuera a esta Colegiata, y no al rey, donde recalaran las rentas de la aljama burgohondeña.