Las tinadas son construcciones elementales que se empleaban para estabular el ganado en el campo.
El uso que se hace de los materiales, sin apenas tratarlos, su primitiva configuración y las técnicas de construcción muestran cómo se ha conservado en el tiempo lo esencial de una cultura pastoril que sabía aprovechar los limitados recursos del entorno.
Tienen planta de forma oval alargada para evitar las esquinas, muros de mampostería de lajas de granito colocadas en seco y cubierta de piornos estructurada a base de rollos sin descortezar que se apoyan sobre el muro.
Los faldones se disponen con una gran pendiente para facilitar la evacuación rápida del agua y, sobre todo, para evitar la acumulación de nieve y, a lo largo de la cumbrera, se colocan grandes bloques de piedras planas para fijar las ramas del arbusto, evitando así que éstas sean desplazadas por el aire o arrastradas por la nieve durante el deshielo.
Los vanos son elementales. Las jambas se configuran mediante grandes lajas de piedra clavadas en el suelo, sobre éstas se colocan dos o tres rollos de madera donde se apoya otra piedra plana que sobresale de la línea de fachada, a modo de visera, que protege a la puerta de la lluvia.
En algunas tinadas se ha construido un chozo para el pastor, de reducidas dimensiones, tan reducidas que la cubierta está formada por grandes lajas de piedra superpuestas sin vigas de sujeción.