La iglesia de San Bartolomé destaca por su alta torre, las dimensiones de su cabecera, la bóveda de terceletes de su sacristía y el retablo de la capilla mayor de finales del siglo XVI.

La iglesia parroquial, consagrada a San Bartolomé, es un templo sencillo de estilo gótico, que tiene su origen posiblemente a finales del siglo XV o en el siglo XVI.

Destaca su alta torre tipo campanil de veinte metros de altura, cuadrangular, construida con sillares, cuyo cuerpo superior dispone de ocho huecos -dos en cada lado- para la colocación de las campanas.

Su cabecera, de mayores dimensiones que el resto de la iglesia, sobresale al exterior. Está formada por un espacio interior cuadrado, dos espacios colaterales de la mitad de ancho y un ábside con tres paños. Se cubre con bóvedas vaídas, con fajas y óvalos, que arrancan de una cornisa y de gruesas columnas con pedestal, también se conserva un arco de medio punto que sirvió de arranque a otro arco transversal.. La sacristía se cubre con bóveda de terceletes. Las naves son de época posterior.

Consta de un arco rematado por pináculos y una cruz, la cabecera de la iglesia es de forma poligonal enmarcada por contrafuertes y culminado por una bóveda.

A mediados del siglo XVI se realizó el primer cambio de estilo de la obra y va a ser la parte más llamativa del templo su construcción herreriana.

La ornamentación de la iglesia está representada por cuatro retablos que presentan un indudable valor estético.

La obra más notable es el retablo mayor que embellece la Iglesia en su interior. Es de madera dorada policromada la cual acoge una talla de San Bartolomé y en sus dos cuerpos óleos sobre lienzo.

Otras manifestaciones artísticas son la orfebrería en objetos destinados al culto, el bordado de las telas, capas, frontales y la ebanistería que tiene como muestra las cajoneras de estilo castellano que se hallan en la sacristía.