No hay Pascua sin Hornazo
El hornazo, empanada rellena de productos de la matanza y de huevos cocidos, es un producto típico de la gastronomía de Becedas, en el Valle del Tormes y Corneja. No existe familia ni hogar en la zona que no lo consuma y de una manera especial el domingo de Resurrección, aquí conocido como el día del hornazo, y que fue, sin duda, después del día de Reyes, el más importante del año para los más pequeños. Pues la tradición de comerlo en las Eras de Abajo con amigos y familiares no dejaba de ser un ingrediente añadido más a esta costumbre ancestral tan arraigada en nuestra tierra. Si el tiempo acompañaba, algo que no ocurre los últimos años, la tarde del hornazo no era única, los niños y jovenzuelos la repetían el lunes y el martes de Pascua. Nunca faltaban los “pinches” ni los *candos vetones*, ni las combas, tampoco las canciones populares ni las tres meriendas obligatorias.
Hoy todo ha cambiado, no hay niños en el pueblo y los que vienen de la capital solo disponen del domingo. Marcaban las diferencias sociales.
Tradicionalmente, todos los horneros del pueblo, a los que tanto añoramos, tenían estas fechas bien macadas en el calendario, conscientes del masivo consumo de tan exquisito manjar.
Tal vez el hecho más llamativo, reflejo de la popularidad de que gozaban los hornazos, consistía en que cada familia llevaba a la panadería los ingredientes del relleno, hecho, por otra parte, que propiciaba que los propios hornazos marcaran ocasionalmente notables diferencias sociales.
Había hornazos de ricos y de pobres, pero siempre había hornazos, unos con más jamón, otros con más tocino. El panadero cocía los de cada familia y después se recogían perfectamente personalizados con el nombre o las inicia-les del correspondiente dueño plasmados artísticamente en la parte superior de la masa. Esta costumbre totémica también ha desaparecido. Hoy compramos hornazos de serie, los que el panadero hace y vende para todos sin excepciones, con la única diferencia del tamaño.
Afortunadamente en Becedas se mantiene un horno, Panadería Sampedro, que continúa con las recetas de siempre y los becedanos pueden seguir deleitándose con los sabores de antaño, sobre todo con la masa especial y única que rellena la *chicha*, pan que se hace extensivo a las inolvidables roscas, también típicas de estos días.
El nuevo régimen comercial y consumista ha hecho que en Ávila y Salamanca, cunas de los hornazos, se vendan durante todo el año unos hornazos más industrializados y menos artesanos que, en la mayor parte de los casos, poco tienen que ver con aquéllos que viven en nuestros recuerdos. Incluso, no son pocas las mujeres de la zona que allá donde estén, sin importar la fecha que marque el calendario, homenajean a la empanada y a sus viejos gustos haciéndolos en sus propias casas.
Mucho se ha hablado del origen del hornazo y no son pocos los lugares que se atribuyen el honor de la paternidad. Sí es cierto que su origen hay que buscarlo en el medio rural de las provincias de Ávila y de Salamanca.
Aunque alguna leyenda urbana apunta que lo descubrió un pastor que olvidó sobre una piedra al sol un trozo de pan y chorizo que el calor se encargó de fundir, lo cierto es al popularizarse en Pascua de Resurrección, recién acabada la Cuaresma, y que su relleno es principalmente de carne, es probable que surgiera como una respuesta de liberación a tantos días de ayuno y de abstinencia.